Una serie de cambios en el funcionamiento económico de los países del mundo, principalmente en el área de financiamiento, ha traído consigo la globalización y la apertura al comercio internacional, en la que la Inversión Extranjera Directa (IED) desempeña un papel significativo.
Las empresas transnacionales (ETs) permiten que su capital se desplace a distintas ubicaciones para producir y comercializar bienes y servicios, persiguiendo el fortalecimiento de su posición en el mercado internacional. Desde la década de 1990, la IED ha experimentado un crecimiento continuo a nivel global, alcanzando incluso cifras récord.
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En la actualidad, algunos autores apuntan que Estados Unidos y China lideran la IED mundial (Ornelas, 2018). En las últimas décadas, América Latina ha mostrado un notable crecimiento y dinamismo en la IED; en la década de 1990, se intensificó el proceso de globalización y surgió una creciente interdependencia entre los países, impulsada por la expansión de las corrientes internacionales de comercio, inversión y tecnología (Chudnovsky & López, 2007).
Esto ha dado lugar a la creación de bloques regionales y subregionales, donde las naciones se agrupan según sus características y ubicación geográfica para enfrentar desafíos compartidos. A nivel regional, la experiencia más relevante fue el Tratado de Asunción de 1991, que dio origen al Mercado Común del Sur, constituido por cuatro países: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Más información en: https://investuramerica.com/repo-documental/evolucion-y-determinantes-de-la-inversion-extranjera-directa-de-paraguay-periodo-1990-2017/